El fuego, en cualquiera de sus manifestaciones, es decir, brasa, llama o incluso humo, representa el elemento de la transmutación y el cambio, y a veces se convierte en el vehículo capaz de conectarnos con la divinidad. Pero antes de alcanzar el plano donde moran los espíritus dioses o arquetipos, el sacerdote, brujo o chamán, debe purificarse. Ofrece fuego a sus dioses y este mismo elemento ígneo le sirve para limpiar tanto el cuerpo como la mente.
Enviado desde mi dispositivo movil BlackBerry® de Digitel.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario